CRISTO DEL VÍA CRUCIS
Anónimo, primera mitad del siglo XVI
Iglesia de San Miguel Arcángel
Cofradía del Santo Descendimiento del Señor
El Cristo del Viacrucis es un crucificado de la primera mitad del siglo XVI, que pertenece a la iglesia parroquial de San Miguel, por ello en ocasiones también se le denomina como Cristo de San Miguel. Por ser empleado en el Vía Crucis procesional ha recibido dicha advocación.
Su anónimo autor nos presenta un Cristo crucificado, muerto, con anatomía sin crispación y un rostro sereno que levemente gira hacia la derecha y muestra un estado apacible tras el suplicio. El perizoma pegado al cuerpo, se presenta con atadura en el lado izquierdo. Cristo se mantiene en la cruz por medio de tres clavos y la disposición del cuerpo hace que las rodillas casi lleguen a tocarse.
Este crucificado representa a Cristo muerto y clavado en la cruz, entrando dentro de las representaciones habituales del siglo XVI, que en muchos casos poseen cabellera, e incluso en algunos también barba y bigote postizos. En este caso se reduce sólo al cabello natural que se sustenta a la cabeza por medio de la corona de espinas. El empleo de postizos desde el origen de la talla, se justifica en que se realizaron tomando como modelo el famoso Santo Cristo de Burgos, inicialmente venerado en los agustinos de Burgos y que tras las desamortizaciones del siglo XIX quedó depositado en la catedral de dicha ciudad, donde aún se le rinde culto. Existen infinidad de copias del famoso crucificado burgalés, todas ellas en cuanto a la advocación, ya que realmente son copias libres e idealizadas.
Este Cristo de San Miguel posee una musculatura potente, su rostro en vez de patetismo resalta la serenidad y la aceptación del sacrificio de un modo idealizado, recordando en líneas generales el icono burgalés. La boca entreabierta y los párpados cerrados igualmente nos recuerdan la citada imagen.
Salvador Andrés Ordax y María Medeiro Vela mantienen la posible vinculación de su anónimo autor con la obra de Juan de Valmaseda, del cual seguramente es deudor o seguidor, tal y como nos indica la disposición del paño de pureza y los pliegues del mismo.