CRISTO DE LA PENITENCIA
Anónimo, Segunda mitad del siglo XVI
Iglesia de Santiago el Real
Cofradía de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna
El Cristo de la Penitencia es un crucificado de los primeros años de la segunda mitad del siglo XVI, que en origen perteneció a la iglesia de San Martín, actual sede del Museo de las Ferias. Comienza a participar esta imagen en la Semana Santa de Medina del Campo, cuando en 1954 se decide rezar por la paz en Hungría, que por entonces estaba siendo invadida por tropas rusas. Así participa por primera vez ese año en un Rosario de Penitencia, que hasta hoy se ha seguido realizando y orando por la Paz.
Este crucificado representa a Cristo muerto y clavado en la cruz por tres clavos. Dotado de potente musculatura, su rostro en vez de patetismo, resalta la serenidad y la aceptación del sacrificio, todo ello de un modo idealizado.
Resulta una interesante y anónima escultura de los primeros años de la segunda mitad del siglo XVI. En esa época son muchos los artistas que trabajan en la villa, lo cual dificulta la posible atribución de su ejecución. Se viene barajando la autoría de algún escultor conocedor y seguidor de la obra de Alonso Berruguete, si bien esto debe tomarse con ciertos matices, ya que es algo muy genérico. Algunos estudiosos como Manuel Arias Martínez, José Ignacio Hernández Redondo y Antonio Sánchez del Barrio mantienen su posible vinculación con la obra del escultor Pedro de Salamanca. Apuntan esta posible autoría ya que la imagen, guarda cierto parecido con un Crucificado de Rasueros, atribuido a este escultor por Jesús María Parrado del Olmo.
Por el momento su anónimo autor nos presenta un Cristo crucificado, ya muerto pero manteniendo una anatomía corpulenta.
El movimiento en la pieza viene determinado por el paño de pureza y la cabeza del Señor. El perizoma se presenta sin atadura, algo movido y ondulante, recordando los realizados por Alonso Berruguete, en quién quizás se inspiró su autor a la hora de ejecutarlo. Cristo se mantiene en la cruz por medio de tres clavos, la disposición del cuerpo hace que las piernas casi lleguen a tocarse.
La serenidad y aplomo del musculado cuerpo, se compensan con el leve giro del rostro hacia el lado derecho, por donde cae un mechón de cabello. La cabeza presenta un rostro asimétrico, con nariz recta, barba bífida y rizos ondulados, que a su vez quedan remarcados por una corona de espinas tallada.